Sobre como la Religiosidad configura lo verdadero

ENTREGA 4 3. La relación entre la religiosidad y lo verdadero. Introduciremos este aspecto de nuestra argumentación a través de la revisión del mito. El mito: Formas diversas de plasmar las creencias, de materializar o de imaginar la religión y su práctica: la religiosidad. De ahí, que resulten universos vivos pero quizá por ello carentes de esa estructura ordenada en la que seguros solemos encontrarnos. Como lo diría Velazco(11)en los espacios religiosos el mito cumple la función de paradigma del comportamiento que muestra a los hombres que el camino que ellos toman en el tiempo legendario fue surcado por primera vez por los propios dioses. Así pues, el mito a través del tiempo se convierte en un elemento de verdad no comprobable pero útil para enfrentar las diversas situaciones sociales, políticas y religiosas de la sociedad en la que se desarrolla. Al respecto Mircea Eliade(12) presenta una comparación exitosa entre el ser supremo de los pueblos primitivos en el sentido histórico-religioso y el ser supremo de los pueblos “superiores” en donde se evidencia la clara identificación de este ser supremo primitivo con el ser supremo de los pueblos “superiores” llámese Jehova, Yahve, Ala, Shiva, etc. Cada uno rige en su comunidad, es origen de verdad, moral y desarrollo religioso; nada fuera de él puede ser conocido y presenta características antropomórficas excepto los pueblos con dioses de identificación con la naturaleza. Lo anterior demuestra como los pueblos desde sus orígenes han relacionado verdadero y religiosidad para la construcción de sus sociedad. En este punto surge una pregunta ¿es diferente el cristianismo, si bien toda experiencia religiosa, dogma, forma de espiritualidad que podemos percibir, concebir, imaginar o nombrar gracias a nuestra religiosidad no intenta comunicar la única verdad, sino dar cuenta de lo verdadero? Siendo honestos debemos responder que no. El cristianismo no es diferente a ninguna religión en este aspecto; aún así, conviene precisar que aunque esto no sea diferente si posee un elemento en el diálogo religiosidad verdadero que le es característico, sin intentar decir propio. La autodesignación de Jesús como la verdad y su identificación con el Lógos. Al respecto y teniendo en cuenta que ya hemos argumentado que Dios es la verdad observemos lo dicho por Jesús en el evangelio: […] Yo soy… la verdad,[…](13),esta afirmación genera mayor claridad a la hora de entender el elemento característico no propio del cristianismo que hemos mencionado con anterioridad, pues la autodesiganción de Jesús como la verdad desde aquí no es otra cosa que la manifestación del Lógos universal encarnado. Lógos que era antes que todo y será después que todo(14). Así, la novedad de la encarnación no es la irrupción del misterio hasta ahora jamás desvelado, ni sólo una revelación en donde se realizaron las revelaciones anteriores; es de una forma más radical, la manifestación de la verdad y la verdad manifestada, la revelación de lo que estaba escondido pero ya se presenta, la venida en la carne de aquel que ya se había dado a conocer a los seres humanos y que desde siempre estaba con el padre. Jesús entonces, sería la verdad porque es la verdad manifestada ya que es el Lógos eterno encarnado y quien permiten la revelación de lo que se ha de revelar. Es el único que tiene la capacidad de dar luz a los entes “…yo soy la luz del mundo…” para que éstos sean verdaderos. Todo fue hecho en él por él y para él(15). En principio siempre fue el Lógos y el Lógos ha permanecido durante toda la historia de la humanidad, por tanto, si hay un hecho de revelación en Jesús es la auto-revelación de la verdad(16). En él se revela lo que es verdadero. Finalmente comprendemos que la relación religiosidad-verdadero, es una relación estrecha. Tanto que la religiosidad logra hacer susceptible al sujeto religioso frente al contenido de lo que él considera verdadero. _______________________________________ 11. VELAZCO Francisco Diez. Lenguajes de la Religión, Mitos, Símbolos, e Imágenes de la Grecia Antigua, Ed. Trotta, Barcelona 1998, pág. 18 12. ELIADE Mircea, Joseph M. Kitagawa. Metodología de la Historia de las Religiones,Ed. Paidós, Buenos Aires 1967, págs.199 13. Reina Valera Revisada (1960). 1998. Sociedades Bíblicas Unidas: Miami Juan 1:1-2 14. Colosenses 1:15-17 15. Cfr. Dupouis, Jaques. Teología Cristiana del Pluralismo Religioso. Ed. SalTerae. España 2001.

ESQUEMA DE LO PLANTEADO

Sobre como la Religiosidad configura lo verdadero

ENTREGA 3 2do. ¿Qué es lo verdadero? ¿Qué podemos considerar como lo verdadero? Se nos habla de de la verdad absoluta, de las verdades aparentes que finalmente se consideran falsas; una y otra vez se repite: “solo hay una verdad, única, especial, y determinante del curso de la vida de los hombres”. Ante esta afirmación pregunto: ¿y qué es la verdad? Pregunta que me remite a otra: ¿y qué es lo verdadero? Analicemos: Vivimos dentro de la cotidianidad, en un mundo que es contingente y también necesario en el que nos desplazamos, somos y nos realizamos como entes de y portadores de vida. ¿Qué hace de nuestra realidad algo verdadero? ¿La historia, que de generación en generación se modifica, donde lo que fue ya no es aunque lo recordemos, como la fotografía de aquella niña en su cumpleaños número 15 ahora convertida en mujer, o el lenguaje bajo el cual configuramos el mundo y al cual quedan reducidos todos los entes (fenómenos) de los que decimos saber verdaderos? Al intentar dar respuesta a esta cuestión nos enfrentamos a un sinnúmero de significados, adempero, la presente investigación tiene muy claro sus límites. Lo verdadero dentro del fenómeno religioso (la religión). Habiendo delimitado nuestro espacio de discusión procedemos a explicarlo. En este punto seguimos de cerca a Michel Henry(8)para quien lo verdadero es aquello que se muestra; es decir, es la aparición del objeto en cuanto tal. Es el hecho de mostrarse del objeto lo que constituyen lo verdadero del objeto, pero el hecho de mostrarse no tiene nada que ver con lo que se muestra. A manera de ejemplo: que el sol sea amarillo, no tienen nada que ver con el hecho de mostrarse del sol. Prueba de ello es que un sol amarillo se nos mostraría igual que cualquier otra figura de la naturaleza. El hecho de mostrarse del objeto es tan diferente a lo que se muestra como la luz a todo lo que ilumina; no obstante, el hecho de mostrarse no es indiferente a todo lo que se muestra. Por tanto, la esencia de lo verdadero (la verdad) está en el acto de mostrarse, considerado en sí mismo y en cuanto tal. Entonces, si el acto de mostrarse consiste en la esencia propia de lo verdadero (la verdad) en el sentido de una manifestación pura, de una revelación pura, entonces todo lo que se muestra no es verdadero más que en un segundo sentido. En Grecia las cosas se llamaban “fenómenos”. “Fenómeno”, phainomenon, viene del verbo phainesthai, que lleva en sí la raíz pha-, phôs, que significa la luz. Phainesthai quiere decir mostrarse interviniendo a la luz. Luego "fenómenos" quiere decir: lo que se muestra viniendo a la luz, saliendo a la luz del día(9). La luz a la que salen las cosas para mostrarse como fenómenos es la luz del mundo. El mundo no es el conjunto de las cosas, de los entes, sino el horizonte de luz en el que las cosas se muestran como fenómenos. Por tanto, el mundo no designa lo que es verdadero sino la verdad misma. Los fenómenos del mundo son las cosas en cuanto se muestran en el mundo, que es su propia “mostración”. Teniendo en cuenta lo anterior entendemos que estamos en un análisis de lo verdadero desde la fenomenológica. Concierne por consiguiente aclarar que no se trata de lo que se muestra sino del hecho de mostrarse, de lo que aparece sino del modo de aparecer; de lo que se manifiesta sino de la manifestación pura misma y en cuanto tal. O, como puede decirse, no del fenómeno sino a la fenomenalidad (acto de mostrarse del ente). Si bien los entes se muestran y el acto de mostrase los hace verdaderos, no obstante, sólo es posible dentro de un plano más amplio que le permite al fenómeno su fenomenalidad. Este espacio lo denominamos el “espacio de verdad”, o siguiendo a Gadamer “horizonte de verdad”(10). Por tanto lo verdadero del fenómeno en el plano de la religiosidad, no es otra cosa que el mismo acto mostrarse, pero esta vez en lo que llamaremos “horizonte de visibilidad”, es decir, el espacio generado por la religiosidad dentro del “horizonte de verdad”. En donde los fenómenos religiosos son verdaderos. Ahora bien, el “espacio de verdad” es el que permite que esta fenomenalidad ocurra. Este espacio entonces sería la verdad misma y en cuanto tal. A partir de esto la verdad debe ser un espacio que no esté incluido en ningún otro, que imprima luz a los fenómenos permitiéndoles su fenomenalidad. La verdad entonces debe tener la capacidad de auto- manifestarse, auto mostrarse de forma pura; es decir, debe ser la revelación pura. Una revelación cuyo acto de mostrarse sea una auto- revelación absoluta. Diferente a todo lo que no sea otra cosa que su propia sustancia fenomenológica. Nos hallamos en presencia de la esencia que el cristianismo sitúa al principio de todo. Dios es la revelación pura que no revela nada distinto de sí. Dios se auto- revela. La revelación de Dios es una auto-revelación y por tanto la verdad del mundo donde los objetos, entes, fenómenos religiosos o no religiosos pueden mostrarse. La religiosidad entonces no puede configurar la verdad porque la verdad es una manifestación pura imposible de configurar a través de una práctica humana. Pues ella es origen del “espacio de visibilidad” donde los fenómenos religiosos pueden mostrarse. Lo que si puede hacer la religiosidad es configurar lo que es verdadero para el sujeto religioso, pues como ya hemos dicho tienen la capacidad de modificar la interpretación de la realidad y el modo en que este se entiende. ________________________________________ 8. HENRY, Michel. Yo Soy la Verdad. Ediciones Sígueme. Salamanca. 2001. 318 págs. 9. Cfr. Heidegger, M. Ser y Tiempo. Ed. FCE, México 1989. Pág. 39. 10.Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona.

Sobre como la Religiosidad configura lo verdadero

ENTREGA 2 1ro. ¿A que nos referimos con religiosidad? Llamaremos religiosidad a aquella practica de lo religioso(3)del hombre cualquiera que esta sea que se encuentra tejida a través de las creencias y experiencia religiosas(4), místicas o no, de los individuos que de ella participan; esto es evidente en la historia de las religiones (tipos de religiosidad en medio de una misma religión) Teniendo en cuenta la diversidad de las practicas religiosas, clasificar de forma taxonómica sus características sería un fracaso, no obstante, podemos decir que la religiosidad posee una característica fundamental y común a todas las religiones o creencias religiosas: se trata de un comportamiento peculiar que genera en el sujeto religioso que no se circunscribe al campo de la ética, sino, que repercute en la interpretación de la realidad y en el modo de entenderse de éste; es decir, la religiosidad tiene la capacidad de modificar tanto el comportamiento del sujeto religioso (persona religiosa) como su visión de la realidad. Sin embargo en este proceso juega un papel fundamental el ser religioso del hombre. La tendencia innata que posee todo ser humano a buscar lo trascendente, ésta actitud religiosa resalta mucho más en contraste con la “irreligiosidad” de la sociedad actual. Los especialistas en temas religiosos están de acuerdo en afirmar que el no creyente de hoy no responde a una postura primigenia y originaria del ser humano. Es más bien un estado derivado, resultado de un largo proceso de desacralización en el que han ido desapareciendo el sentido y el aprecio de lo sobrenatural. Por eso resulta imposible encontrar un sujeto arreligioso en estado puro. Quedan siempre reminiscencias, nostalgias o fobias que dan muestras inequívocas de una conciencia religiosa original. Los mismos síntomas que acompañan a nuestra sociedad denotan en los hombres y mujeres que se declaran no creyentes la persistencia afianzada de un deseo de “algo” o de “alguien” que los proyecte más allá de su duración histórica y los instale en un ámbito de realidad donde queden satisfechos todos sus deseos fundamentales. Sucedáneos(5)de la religiosidad perdida y añorada pueden ser, entre otros, determinadas expresiones literarias y artísticas y hasta ciertas modalidades de la lucha social y política. El hombre como ser religioso se caracteriza inicialmente por su “búsqueda de sentido” puesto que no toma como definitiva la vida que se le ha dado, sino que indaga desde ella un valor supremo, término de toda investigación y última palabra. Y finalmente por su “fidelidad a lo encontrado”, porque en él se halla la salvación, esto es, una vida completamente nueva o recreación sin defecto. Según hemos dicho, el hombre es un ser religioso por naturaleza que practica la religiosidad, ante esta afirmación preguntamos ¿puede esto suceder en cualquier espacio, o es necesario uno en particular? La respuesta puede parecer obvia pero no es así, no se trata de cualquier espacio, sino de uno en el que hombre y religiosidad puedan interactuar libremente y en el que su búsqueda de sentido pueda suplirse. Este espacio se llama religión. Todo el que estudia la historia de la humanidad comprobara sin dificultad dos hechos: que las religiones se han dado en todo tiempo y en todas partes del mundo, y que no existe una sola sino muchas religiones (pluralismo religioso). Es más, analizando la religión se verá que ésta lleva en sí cierta dinámica de cambio, a la cual se debe que surjan siempre nuevas religiones, que las ya existentes cambien de lugar geográfico o incluso desaparezcan para dar sitio a otras, sin que se dé nunca un "vacío" religioso(6), es decir épocas o regiones habitadas que carezcan de toda religión. La religión se puede describir en su origen y por lo que representa como hecho antropológico, pero todo intento de definirla adecuadamente resulta inútil. A ella podría aplicarse la respuesta de San Agustín cuando alguien le pidió definir el tiempo: “yo sabía lo que es, hasta cuándo me pediste que le explicara”. El término religión es análogo, aunque no equívoco, y presenta problemas, ya que debe incluir prácticamente toda opción, desde la creencia en muchos Dioses, o en una sola divinidad impersonal, hasta la creencia en un solo Dios personal, incluso el rechazo de toda creencia en Dios (en el budismo antiguo). Ya en 1902 el psicólogo americano James Leuba podría contar 48 definiciones distintas, y en su opinión todas deficientes; hoy existen más de 200. La filosofía de la religión, a la cual toca la tarea de definirla, sólo puede decir que la religión tiene que ver siempre con una experiencia de “encuentro con lo divino”. La fenomenología, en cambio, puede describir las distintas etapas en que la religión se ha manifestado en la historia desde la “creencia en el gran espíritu” de los animales, las aguas, los árboles, etapa propia los pueblos cazadores agrícolas, el “culto de los muertos”, convertidos en seres sobrehumanos protectores integrantes del orden social, que es la segunda etapa, hasta la creación del “mito”. Por tanto la definición que queremos conservar es la de Émile Durkheim(8): “una religión es un sistema solidario de creencias y prácticas relativas a cosas sagradas, es decir, separadas, prohibidas, creencias y prácticas que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos los que se adhieren a ella” pero ¿son todas ellas verdaderas o autenticas?, este pregunta abre la discusión por lo verdadero de la que nos ocuparemos a continuación. _____________________________________________ 3. Entiéndase como la estructura de la conciencia humana basada en la relación con lo sagrado (realidad trascendente). No se trata de un estadio más de la humanidad, sino de un constituyente de la conciencia humana. Explicar desde fuera tal experiencia se presenta como tarea imposible, pues no podría dar cuenta de su verdadera razón de ser. La comprensión de lo religioso implica la aceptación de su propia significación: lo sagrado es la dimensión humana -en cuanto experiencia subjetiva y en cuanto realidad objetiva que motiva esa experiencia- de inserción en una totalidad que permite al hombre tomar conciencia de que es tal hombre. cfr., 10 Palabras Claves en Religión, Ed. Verbo Divino, pág. 43 4. Todo tipo de experiencia de carácter religioso que entra en relación con las dimensiones de la persona humana (físico, emocional, psicológico, trascendente) 5. Sustancia o elemento que puede reemplazar a otro por tener propiedades similares. 6. Cf., GALINDO, Florencio, El “fenómeno de las Sectas Fundamentalista”, Ed. Verbo Divino, España 1994, Pág. 52. 7. iccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona

Sobre como la Religiosidad configura lo verdadero

ENTREGA 1 Puede parecer fuera de tiempo relacionar en la actualidad la religiosidad y lo verdadero. Sobre todo en una época sometida a agendas de investigación tan sensibles a las modas de lo académicamente correcto (dadas las estrategias muchas veces coyunturales de las políticas de investigación de algunas elites universitarias). También se podría pensar que estas referencias corresponden a asuntos innecesarios de poco interés para la práctica teológica. Pero esto no es cierto(1). Revisar la relación entre la religiosidad y lo verdadero responde a ese necesario mirar en el interior de la teología. Esto resulta útil sobre todo cuando se cae en la indeterminación al intentar estudiar la religiosidad y lo verdadero, pues existen momentos donde lo que se da es un mero naufragio entre los escollos del quehacer teológico sin lograr una explicación clara y coherente de estos, ejemplo tenemos en un cierto tipo de teología (sistemática) que al intenta proveer de “doctrinas”, que según ella son coherentes y necesarias para el desarrollo saludable de la relación hombre- Dios a los espacios de reflexión, se queda corta y difusa. Si algo caracteriza “nuestra” disciplina de estudio (la teología) a la que me gusta denominar "acontecer lingüístico de la fe"(2) es justamente una notable afición por las discusiones sobre la religiosidad y lo verdadero que generalmente parecen monólogos yuxtapuestos (y algo repetitivos de generación en generación), pero no por ello menos significativos ya que suelen configurar baluartes para prevenir las preeminencias de escuelas teológicas consideradas absolutas en sus planteamientos. A forma de ver del autor, una comprensión adecuada de la relación entre la religiosidad y lo verdadero debe ser considerada como elemento fúndante para el entendimiento de la ciencia acerca de Dios en el tiempo y en la historia: "la teología" que sólo puede realizarse dentro de un proceso de cambio y progreso. Ella no está orientada sólo al pasado, no es una ciencia archivista, sino que lleva en sí una referencia hermenéutica y creativa al presente y el futuro. Entender como la religiosidad puede llegar a configurar lo verdadero no es tarea fácil, pues no se trata de proporcionar al lector una definición semántica de verdad y religiosidad. Para llevar a cabo esta empresa es necesario precisar: 1ro. ¿A que nos referimos con religiosidad?, esto lo haremos a través de la identificación de sus características, el análisis del ser religioso del hombre y sus manifestaciones (las religiones)., 2do. ¿Qué es lo verdadero?, Abordaremos este tema teniendo en cuenta límites muy preciso según el campo que nos involucra (lo religioso), e indagando en el por qué la religiosidad no puede configurar la verdad sino lo verdadero., y 3ro. La relación entre la religiosidad y lo verdadero. Que será desarrollada teniendo en cuenta el caso del cristianismo. _________________________________________ 1. Cfr., con las obras de la colección Hermeneia de Ediciones Sígueme. 2. Considero la teología como “El acontecer lingüístico de la fe” dado que la fe, en tanto expresión de la alianza del hombre con Dios, ha adoptado diversas formas y ha cambiado su lenguaje según las épocas

Humanos tan Solo Humanos

Publico el siguiente artículo que muy amablemente y después de varias formas de soborno me presto una amiga con la que me identifico en esencia. Pensar hoy en el reto pedagógico desde el contexto cristiano, es una tarea de gran complejidad donde las diferentes realidades en la cual se enmarca el ámbito educativo, vislumbra nuevas problemáticas que desde una u otra perspectiva buscan ser abordadas, a fin de crear posibles alternativas de solución, que nos permitan contribuir significativamente a la formación de un individuo cada vez más humano, comprometido con el mismo y con su momento histórico, un ser absolutamente conocedor de su esencia y finitud pero a su vez capaz de llegar al encuentro con la realidad final y trascendente: ese humano – divino, es decir; ese humano comprometido con esa realidad esencial: Dios, esa deidad conocedora de lo profundo de la naturaleza humana, ese Dios capaz de ser la preocupación concreta del hombre, y la mujer; quienes movidos por las más grandes pasiones, desde la virtud más elogiada y admirable, hasta los vicios más censurables y repugnantes, los cuales brotan de la raíz de la existencia, del fondo, de las ventanas secretas, de los lados oscuros del corazón humano, de las vivencias, de los imaginarios y de las cosmovisiones, que construimos en el día a día, que forjan acciones que no son solo el producto del intelecto. Por el contrario están dinamizadas por los fuertes componentes psíquicos y emocionales que poseemos, inmersas a su vez en las grandes súper estructuras socio económicas, políticas y culturales que hemos creado a través del tiempo para darle bien o mal un orden y sentido a la existencia. Lo anterior, nos permite inferir sencillamente la complejidad que llevamos dentro. Somos, en gran manera, una especie llena de sueños, anhelos, esperanzas, desafíos y retos, pero por qué no decirlo también lleno de grandes enigmas, misterios, frustraciones, dolor, angustia y sufrimiento y un tanto, no muy pequeño, de desborde y locura, pero ¿será que acaso esa complejidad nos aleja de nuestro creador? NO. Por supuesto, al contrario es ella, aquella cualidad innegable que más nos acerca y nos hace salirnos de nosotros mismos y mirar ese más allá, que sólo se alcanza en Dios; sólo el Dios, creador, el gran YO SOY es el único que se acerca a la humanidad en todo el estricto sentido humano, ese Dios cercano al hombre es el único que puede realmente llegar a la esencia misma de él , y ¿Cuál es su fin? : Dios mismo, su encuentro con Él y con su otro semejante; es decir; con el otro cercano, con el igual a él, con el otro hombre, con la mujer, con su prójimo, con aquel que es necesario e imprescindible relacionarse para llegar a ser, y ser ese hombre nuevo y transformado que emerge del encuentro real y consciente de ese Dios que me permite reconocer mi humanidad y la del otro. Y a partir de ella, construir una nueva humanidad donde la imagen de ese Dios de amor, y amante del género humano se haga presente y a través de ella la gloria de Dios sea manifiesta en la formación de humanos más justos y menos violentos, capaces de vivir con esperanza en medio de las diferentes circunstancias que la vida brinda. A lo anterior, me permito referirme como nuestra verdadera y significativa labor como educadores cristianos que propenden establecer las condiciones para que el encuentro se dé entre: el hombre como realidad concreta y Dios como realidad esencial; y como efecto de ese majestuoso encuentro redunde en la gestación de una nueva sociedad más humana, que sea producto de ese hombre y mujer que encontró su máximo fin: EL Dios personal y cercano. Retomando la idea de posibilitar las condiciones para que el encuentro trascendente se dé personalmente y se cumpla la labor pedagógica expuesta, considero (a manera personal aunque no exclusiva, pues comparto con un no pequeño grupo de pedagogos) que una de las grandes herramientas pedagógicas del maestro del siglo XXI es el cine, pues es sencillamente fabuloso, fantástico y asombroso. porque nace de la esencia misma de la naturaleza humana. Es el cine a través de la imagen, y de su gran capacidad comunicativa, unido al enriquecimiento que le da la tecnología, el que logra asirnos de nuevas formas de vernos, de encararnos, de reflejarnos, de cuestionarnos y de revelarnos lo que no pocas veces no nos atrevemos a mostrar. Donde cada espectador es y puede ser un protagonista, un ser que vive un presente ausente y un ausente presente, pues es un “estoy” pero a la vez “no estoy” es una realidad pero a la vez mentira ,es un “sucedió”, pero también “pudo ser diferente”, es el cine (en mi concepto) el arte que más muestra nuestra vida de lo que fue o lo que pudo ser o quizás de lo que es posible, o simplemente inadmisible e inaceptable; es por eso mi apreciado hermano (a), que al igual que yo, mantiene ese sentido altruista y filantrópico, que nos lleva a desarrollar una excesiva responsabilidad por lo que le acaece a ese humano cercano a mí, en el sentido de cercanía, humanos, solo humanos, lo que me lleva a considerar esta herramienta como valiosa pieza del rompecabezas de la introspección de nuestra raza, excelente medio para iniciar el trabajo y a partir de este obtener el fin, pues nos brinda una forma clara y precisa de conocernos, comprendernos, reconocernos, asumirnos, aceptarnos, valorarnos, y en definitiva amarnos a pesar de… Permitiéndonos abrir un nuevo espacio de reflexión y de discusión que nos posibilite invitar a nuestros cercanos chicos (as) a tomar diferentes posturas frente a ellos mismos (as), frente a Dios y frente a su vida, que en términos prácticos y poco convencionales es lo único que realmente poseemos. El propósito de dicha confrontación es entonces, buscar hacerse y realizarse de manera pensada, deliberada, racionalmente y ante todo trascendente. Formar así un sujeto libre y responsable, acorde al ideal divino, que sea la expresión máxima de la voluntad del amor de Dios. Un hombre y mujer que ante todo, por todo y a pesar de todo opte por Él, de manera inequívoca, persuadido por la convicción que da la certeza de haber elegido de lo mejor, lo correcto. Para cerrar esta nota, solo deseo invitarlos a entrarse desde su mirada a las nuevas opciones que genera el mundo moderno, abrumado por la ciencia y la tecnología, que inocentemente satanizamos y olvidamos el aliado que puede ser, le sugiero que se arriesgue con sus chicos (as) a ver la vida desde otras ópticas y permita que Dios nos hable de una manera diferente pero igual de efectiva. Martha Lucia Polo Q. Lic. Ciencias Sociales