Más Allá de los Conceptos

Conforme a la definición de Tylor, "cultura es un conjunto complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualquier otra capacidad que el ser humano adquiere como miembro de una sociedad"1. El cardenal Ratzinger hoy Benedicto XVI ha resumido eso al decir: "cultura es la forma de expresión comunitaria, desarrollada históricamente por los conocimientos y por los juicios que caracterizan la vida de una comunidad"2.

Una de las expresiones más comunes e importantes de la cultura es la que se refiere a la relación del ser humano con el misterio último. En muchas culturas ancestrales, esta dimensión es tan central y penetra de tal forma todos los aspectos de la vida que no existe propiamente una religión organizada como un sector aparte. Las actividades y funciones de la vida están impregnadas de esta relación con el misterio. El culto es sumamente importante, para lo cual hay personas y ritos especializados, pero no exclusivos. Las tradiciones espirituales se han expresado casi siempre en cierta ósmosis con las culturas. Muchas veces, es difícil hacer distinción entre cultura y religión. Cuando se dice que alguien es judío puede significar que pertenece a la raza judía o que practica la religión judía. Lo mismo ocurre con indianos y con otras culturas. Las religiones de los clanes, las tribus, de las ciudades, de los imperios, han participado y participan en todo un simbolismo social. Algunas veces, está casi fusión entre espiritualidad y cultura ha creado sistemas sociales dominados por lo sagrado, donde la comprensión de lo divino legitima el orden constituido y el poder. Otras veces, aunque la sociedad se encuentre impregnada por esta cultura espiritual, logra no caer en un régimen sacro. Arnold Toynbee fue de los primeros en insistir que el encuentro entre religión y cultura, o, como lo llamaba él, "civilidad", es interior y constitutivo. Para la antropología de Émile Drkheim, "la religión es el alma de la cultura". Ratzinger prefiere el término corazón. Sobre el proceso de evangelización, escribió: "si se retira de una cultura la religión que de ella procede como propia, se derrumba la cultura desde su corazón. Si se implanta un corazón nuevo (en nuestro caso, lo cristiano), parece inevitable que el organismo, no preparado para ello, rechace el órgano extraño. Es difícil imaginar algo positivo en ésta operación"3. Actualmente, como Papa Benedicto XVI, ha decidido unir el secretariado pontificio para el diálogo interreligioso al secretario pontificio para la cultura. Nadie niega que era importante que los dos organismos pudieran actuar siempre juntos, pero hay que interpretar tal gesto como si el Papa dijera que las religiones en sí no pueden unirse o ni siquiera dialogar. Lo máximo posible sería la convivencia de culturas. La experiencia latinoamericana del macroecumenismo en el que las religiones se encuentran para dialogar y para vivir juntas el testimonio de servicio al pueblo, contradice tal pesimismo institucional. Sobre todo, esperamos que tal decisión del Papa no contenga ninguna reflexión que reduzca el islámico o cualquier otra religión de la humanidad a la categoría más general de "cultura". A no ser también se reconociera el cristianismo no ya como religión y sí como siemple cultura occidental vestida de lo que podemos llamar "espiritualidad cristiana".

Tanto porque las comunidades y pueblos se mezclan, como porque las tradiciones espirituales deben ayudar a las culturas a ir más allá de sí mismas, todas las grandes religiones, a mi parecer debieran seguir unidas a las culturas de donde proceden, intentando ser más libres, definiéndose como interculturales o hasta universales.

Aunque algunos parecen pensar que cristianismo y helenismo son casi sinónimos, muchas personas consideran la catolicidad como una nota ecclesiae. Nada diferente de la concepción de religión universal que tiene el islam. Incluso en religiones más vinculadas a una cultura (por ejemplo, el budismo tibetano), la evolución de los tiempos y la relación entre culturas diferentes han provocado una distinción entre la religión propiamente dicha y la cultura. De cierta forma, ha sido en occidente donde la sociedad ha conquistado más independencia frente a la religión. En cierta manera, la laicidad fue posible porque se hizo la distinción entre cultura y religión.

Ninguna cultura es estática. Las fronteras son siempre interculturales y pluralistas. De la misma forma, cada religión está ligada a diversas culturas y no sólo a una. El cristianismo tiene origen judío, alma semita, pero se ha desarrollado en la cultura helénica. Actualmente queremos vivir un cristianismo no occidental y más latinoamericano, africano, asiático o de Oceanía. El budismo nació en la india, pero hoy hay más budistas en Japón, Tíbet y China. Crece cada vez más en el mundo el número de musulmanes que no son de cultura árabe. ¿Qué nos dice eso como reto y camino de la humanidad?

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1. Esta es la clásica propuesta por Tylor en Cultura Pirmitiva. 2. Joseph Ratzinger, Fe, verdad, Tolerancia: Cristianismo y las religiones del mundo. 3. Ibid.

Poesía en Plural

El conocido maestro yogui de Brasil, Hermógenes, sin caer en el sincretismo fácil y partiendo de una profunda experiencia espiritual de unidad con el Todo, creó la siguiente formula como:

"Gloria al Uno"

"Pedí la bendición a Krishna

Y el Cristo me bendijo.

Oré al Cristo y fue Buda quien me atendió.

Llamé a Buda

Y fue Krishna quien me respondió".

Rabindranath Tagore, en Gitanjali

¡Deja ya esa salmodia, ese canturreo, ese pasar y repasar el rosario!

¿A quién adoras en ese oscuro rincón solitario del templo cerrado?

¡Abre los ojos y verás que tu Dios no está ante ti!

Está donde el labrador excava la tierra dura

y donde el picapedrero pica la piedra.

está con ellos, al sol y bajo la lluvia,

y con la ropa manchada de polvo.

¡Quítate el manto sagrado y baja, como Él, al campo polvoriento!

¡Sal ya de tu éxtasis y déjate ya de flores y de incienso!

¿Qué importa tus ropas se manchen o se estropeen?

¡Ve a su encuentro, ponte a su lado, y trabaja, y que sude tu frente!

Si Dios fuera Cristiano

Pretender poner límites que definan a Dios en una doctrina sistemática es una empresa ineficaz y absurda, a su vez, reducir su revelación al hombre dentro de un estrecho espacio de “cuatro paredes” llamado cristianismo, judaísmo, islamismo, hinduismo, etc. Es otro error fatal, no obstante, cada uno de estos intentos son demostraciones de su increíble grandeza – razón tenían los hebreos al llamarlo el innombrable –.

Teniendo en cuenta este panorama, quiero considerar ahora el título del presente texto. Cuando hago referencia a la palabra cristiano y la aplico al sustantivo Dios, no estoy nombrando a los seguidores de Cristo sino, a la religión cristiana; entidad institucionalizada, doctrinal y jerárquica. Por tanto, cuando escribo “si Dios fuera cristiano”, estoy diciendo: si Dios se inscribiera en una religión llamada cristianismo. Entonces: Si Dios fuera cristiano la realidad religiosa de nuestro planeta seria otra, la pluralidad de expresiones religiosas no existiría y estaríamos privados de la inigualable riqueza cultural que durante toda la historia humana nos han provisto estas expresiones.

No habría razón de ser de los hermosos templos budistas y de sus inigualables “enseñanzas del despierto sobre la ley natural[1], tampoco tendríamos la posibilidad de deleitarnos con la riqueza arquitectónica y cultural (bailes, rituales, comidas, etc.) de los hindúes; que decir de las religiones chinas que tanto nos han enriquecido con su respeto a la naturaleza y énfasis en la sabiduría milenaria. El pueblo musulmán no podría aportarnos su riqueza literaria y filosófica producto de su fe en Ala el misericordioso, entre otros elementos que no puedo enumeran en este corto espacio. Qué decir del judaísmo, quien ha fortalecido la economía mundial y ha demostrado a través de sus firmes creencias que se puede construir una nación sobre la base de postulados teológicos.

Si notamos cada una de las expresiones religiosas que he nombrado aportan mucho de lo que son en la configuración de lo que hoy conocemos como nuestro mundo; en términos culturales, sociales, económicos, etc. Sin desconocer que estas expresiones religiosas son las únicas, las enumero como una pequeña muestra del gran aporte que cada una de ellas ha hecho en la configuración de nuestra realidad humana.

Todo lo anterior no es más que la muestra de los diversos rostros de Dios, una muestra clara y precisa de que el soberano del universo es dinámico, diverso y plural a la hora de expresar su poder creador; muestra que indica que el solo intento de delimitarlo es un acto de vil “manoseo” teológico. Quiero terminar esta reflexión con un fragmento de una de las obras del reconocido escritor C. S. Lewis: “Las imágenes, he de suponer, sirven de algo; de lo contrario, no serían tan populares. (Poco importa que sean cuadros o estatuas fuera de la mente o productos de la imaginación dentro de ella). Sin embargo, su peligro es para mí evidente. Imágenes del “santo” fácilmente se hacen ellas mismas santas, sacrosantas, aun cuando, de hecho, no lo son. Mi idea de la divinidad no es ella misma divina. Mi idea de Dios ha de ser hecha pedazos una y otra vez. Dios mismo se encarga de ello. El es el gran iconoclasta. ¿No podríamos casi decir que ese hacer pedazos su propia imagen es uno de los signos de su presencia? La encarnación es el ejemplo supremo: deja todas las previas ideas del mesías reducidas a polvo. A muchos les ofende esta destrucción de imágenes antes veneradas. ¡Bienaventurado el que no se escandaliza de ello!”


[1] Nombre que recibe la palabra que describe al Budismo: buddha-dharma.

Justicia: una mirada hacia adentro

¿Qué buscamos cuando decimos justicia? ¿A qué magnánima potencia invocamos cuando clamamos por ella? ¿Será acaso a una suerte de poderes externos que dan orden e indican lo debido? Tal vez solo invocamos conciencia humana. Humanidad, respeto e inclusión. Justicia para este “ingenuo” autor no es el vocablo griego δίκη (díkē) que presupone un orden de ley.

Es la dimensión humana de conciencia por el otro. Es la identificación genuina de la imagen y semejanza de Dios en el hombre (ser humano). Es la provocación a salir de la caverna del yo egocéntrico y entrar en el espacio del nosotros.

Justicia es mucho más que la suma de todas nuestras leyes aplicadas; ella anula nuestras pretensiones de dominio y control sobre el otro obligándonos a mirar hacia adentro. Dar a cada uno lo que le corresponde es la definición de justicia más pobre y débil que he oído y sobre todo si es aplicada a Dios como ser Justo. Aún así esto podría ser justo, pero no justicia. Justicia sería dar a cada uno lo que quiero para mí. Finalmente cada vez que clamemos por ella deberíamos pensar que lo que está en juego no es el otro sino yo. Mi humanidad y responsabilidad humana.

DE LA CONCIENCIA DEL OTRO

Una religión que no reconoce al otro como Uno, no puede conocer al UNO como Dios. Una vez más me veo impelido a escribir sobre una realidad a la que me enfrento todos los días cuando despierto y me encuentro en medio de una religiosidad cristiana viciada por sentimientos frustrados de santidad y existencialismo barato. Hablo del ataque frontal que muchas "comunidades de fe" le hacen a la dignidad humana. Cuando hablo de dignidad, me refiero a la imagen y semejanza de Dios en el hombre (ser humano). Vivimos en una época donde el mensaje que escuchamos no supera asuntos como: la prosperidad, la verdad absoluta, lo original del mensaje de Cristo, las ínfulas de poder papal en algunas denominaciones, lo "demoniaco" de la posmodernidad, lo “malvado” de la tecnología, la falta de moralidad cristiana y la obediencia ciega de un pueblo a su Dios; pero nunca o casi nunca oímos mensajes sobre la dignidad humana ese "pequeño" elemento del que habla la frase de Jesús: "ama a tu prójimo como a ti mismo". No sé en qué piensan aquellos que, guiados por su mentalidad de conquista por no decir marketing, hacen de sus "mensajes bíblicos" objeto de esclavitud proponiendo igualdad de derechos y equidad que al final no son más que discursos de una palabrería inútil. Permítanme hacer un anuncio ya bastante desgastado por lo que denota más no por lo que connota: somos iguales, es decir, imagen y semejanza de Dios; elementos que nos hacen partícipes de su gracia y nos dan el valor más alto: ser seres humanos y por tanto dignos. “al reconocer la gracia de Dios presente en el otro o la otra reconocemos también su dignidad humana”[1]. Esta imagen y semejanza de Dios que no está desgastada ni borrosa como algunos opinan, sino que está ignorada. Es la que se puede observar en la prostituta de la calle 15 de mi ciudad, en el asesino, el violador y en todos aquellos a los que la sociedad llama “problema social”; con todo, no pretendo un juicio moral sobre sus conductas. Considero además que la imagen y semejanza de Dios está presente en la vecina, en la mujer que es golpeada por su marido, en el portero de la universidad donde estudiamos, en los amigos que pelean y se reconcilian, en las cárceles, en los orfanatos, etc. Así pregunto ¿Por qué valora la Iglesia más a los redimidos de Jehová que a los cautivos de “Satán”?[2] ¿Hasta cuándo seguirá el juego de los santos y los profanos donde unos son los buenos y otros los malos? Hasta que los “buenos” entiendan que no son mejores que los otros y que su humanidad no es en lo mas mínimo diferente a la de ellos, y entonces, si humanos también dignos pero, no para tenerlos dentro de 4 paredes institucionalizadas bajo el nombre de iglesia; haciéndoles ver un infierno inminente a causa de sus rebeliones, en vez de un amor eterno y misericordioso que no separa razas ni credos y que no ve en ellos ni un mayor o menor grado de humanidad pues los concibe como iguales y busca reivindicarlos como lo que son: su imagen y semejanza. Esta conciencia me hace pensar en los que quieren hacer teología latinoamericana pero que todavía no les duele la explotación que vive su propia comunidad y en los que se jactan de tener la verdad y la respuesta desconociendo la pregunta como ya lo han dicho otros. ¡Es hora de decir basta a la reproducción en serie de títeres evangélicos[3]! No escribo para que me aplaudan, no me interesa que este escrito sirva de calmante para algún tipo de enfermedad psico-religiosa; tampoco busco que todos los que lo lean me entiendan. Tan sólo espero que la mente de los que no han sido “castrados” o de los que alguna vez lo fueron y todavía tienen la cicatriz en su cerebro, reconozcan que dignidad es justicia, verdad de sentido y no de criterio, amor y respeto al otro y que un ataque a ésta no es más que un ataque directo a la gracia de Dios y por ende, un ataque a Dios mismo. ______________________________ [1] TAMEZ Elsa. Reflexiones sobre el tema de la IX Asamblea del CMI: Dios, en tu gracia, transforma el mundo. [2] Esto no lo digo por toda la iglesia sino por ese grupo que hace de ella y del mensaje de Jesús una suerte de sortilegios bíblicos. [3] Llamo así a los creyentes que no se atreven a cuestionar su fe por miedo a perder su sentido y que dependen de una predicación dominical totalitaria para sostener su religiosidad.

ἑρμενεύω, la definicion y el problema II

ἑρμενεύω, la definicion y el problema

Aquí tenemos a Gianni Vattimo uno de los más grandes filósofos contemporáneos ayudándonos a comprender la hermenéutica.

ἑρμενεύω, Interpretar

"NO HAY HECHOS SOLO INTERPRETACIONES"


Un hecho es tan mudo como una piedra,

esta ahí por toda la eternidad.

Nietzsche. Mas Allá del Bien y del Mal

¿Estamos completamente sujetos a desconocer lo real de nuestro mundo? Surge esta cuestión con base en la afirmación de Nietzche “no hay hechos solo interpretaciones”. El planteamiento de esta tesis propone la inexistencia de hechos como tal y nos introduce en la dimensión de la interpretación como único elemento capaz de dar sentido a lo que denominamos realidad; por tanto, un análisis de las posibilidades de la tesis nos proveerá de herramientas para determinar su sentido y aplicabilidad al desarrollo del pensamiento filosófico de la modernidad.

El ser humano reconoce un sentido de realidad que ha sido construido a través del tiempo y la historia de su vida, cada específico detalle de su existencia es configurado para responder a necesidades que el entorno ha planteado o “creado” como parte de una realidad. Este conjunto de sentido es dado en la medida que el individuo comprende los hechos que acaecen a su alrededor y le comunican la realidad de su existencia. Es precisamente en este punto en donde surge el inconveniente entre los hechos y la interpretación de los mismos, pues si bien según Nietzshe el conocimiento es fabula y la verdad un ejercicio móvil de metáforas necesarias en su momento para la auto-afirmación del ser humano y, como tales, ilusiones de las que se olvida que lo son[1] la propuesta de Nietzsche pone en cuestión la posibilidad de conocer lo real provocando la concepción de un mundo muy distante al concebido por la filosofía positivista quien promovía hechos completamente veraces y objetivos desde los cuales la realidad debía ser configurada; hechos que hoy en algunos campos del conocimiento se consideran absolutamente validos sin posibilidad de error.

No pretendo la defensa del postulado del filósofo; no obstante, vale la pena considerar lo que para mi es un hecho; lo cual no necesariamente debe ser entendido como lo real en el sentido en que es realidad y completamente conocible.

Sin invalidar que todos los seres humanos al conocer un objeto lo que hacemos es representárnoslo, creo que existen hechos e interpretaciones de los mismos: Un hecho llega a ser. En este proceso la comprensión y la interpretación son mediadoras. Existe lo real que no podemos conocer y que solo alcanzamos a través de la comprensión al interpretarlo como realidad; sin embargo, esta realidad dentro de los procesos humamos de comprensión (procesos universales) llega a convertirse en la suma de subjetividades que hace posible un hecho; así aunque surja de la subjetividad es precisamente esta la que le da su carácter de hecho. Junto a esta idea puedo afirmar junto a Carlos B Gutiérrez en su cita a Alfred Schüts que en vez de afirmar que no hay hechos sino interpretaciones, podemos entonces decir más propiamente que los hechos son siempre interpretaciones. Esto no significa que en la vida diaria o en la ciencia seamos incapaces de captar lo que es mundo; si no mas bien que solo aprehendemos ciertos aspectos de el[2].

De esta forma un hecho no es hecho por ser realidad última incomprensible del fenómeno completamente ininteligible a la razón humana, sino por el contrario lo que esta misma razón en consenso de subjetividades lo cataloga como tal dándole el sentido que tendrá en adelante. En este caso vemos el ejemplo de las ciencias fácticas y las del espíritu; estas últimas a través de otros procesos determinan también realidades para el universal.

La interpretación se constituye entonces no en herramienta del ser humano para comprensión del sentido de su realidad sino en horizonte del pensar filosófico en el que razón e interpretación se fusionan, de forma permanente en su tarea de permitir al ser existente al ser-ahí la comprensión y sentido de su realidad.

Finalmente si pensamos que un hecho es tan mudo como una piedra, esta ahí por toda la eternidad, estamos descociendo que el solo hecho de llamarle piedra ya es un acto de la interpretación y del lenguaje quien configuro ese hecho a los ojos del universal.



[1] F. Nietzsche. Critica a la Razón Pura.

[2] Gutiérrez Carlos B. No hay hechos Solo Interpretaciones. Universidad de los Andes. Bogotá. Pág. 99

Sobre como la Religiosidad configura lo verdadero

ENTREGA 4 3. La relación entre la religiosidad y lo verdadero. Introduciremos este aspecto de nuestra argumentación a través de la revisión del mito. El mito: Formas diversas de plasmar las creencias, de materializar o de imaginar la religión y su práctica: la religiosidad. De ahí, que resulten universos vivos pero quizá por ello carentes de esa estructura ordenada en la que seguros solemos encontrarnos. Como lo diría Velazco(11)en los espacios religiosos el mito cumple la función de paradigma del comportamiento que muestra a los hombres que el camino que ellos toman en el tiempo legendario fue surcado por primera vez por los propios dioses. Así pues, el mito a través del tiempo se convierte en un elemento de verdad no comprobable pero útil para enfrentar las diversas situaciones sociales, políticas y religiosas de la sociedad en la que se desarrolla. Al respecto Mircea Eliade(12) presenta una comparación exitosa entre el ser supremo de los pueblos primitivos en el sentido histórico-religioso y el ser supremo de los pueblos “superiores” en donde se evidencia la clara identificación de este ser supremo primitivo con el ser supremo de los pueblos “superiores” llámese Jehova, Yahve, Ala, Shiva, etc. Cada uno rige en su comunidad, es origen de verdad, moral y desarrollo religioso; nada fuera de él puede ser conocido y presenta características antropomórficas excepto los pueblos con dioses de identificación con la naturaleza. Lo anterior demuestra como los pueblos desde sus orígenes han relacionado verdadero y religiosidad para la construcción de sus sociedad. En este punto surge una pregunta ¿es diferente el cristianismo, si bien toda experiencia religiosa, dogma, forma de espiritualidad que podemos percibir, concebir, imaginar o nombrar gracias a nuestra religiosidad no intenta comunicar la única verdad, sino dar cuenta de lo verdadero? Siendo honestos debemos responder que no. El cristianismo no es diferente a ninguna religión en este aspecto; aún así, conviene precisar que aunque esto no sea diferente si posee un elemento en el diálogo religiosidad verdadero que le es característico, sin intentar decir propio. La autodesignación de Jesús como la verdad y su identificación con el Lógos. Al respecto y teniendo en cuenta que ya hemos argumentado que Dios es la verdad observemos lo dicho por Jesús en el evangelio: […] Yo soy… la verdad,[…](13),esta afirmación genera mayor claridad a la hora de entender el elemento característico no propio del cristianismo que hemos mencionado con anterioridad, pues la autodesiganción de Jesús como la verdad desde aquí no es otra cosa que la manifestación del Lógos universal encarnado. Lógos que era antes que todo y será después que todo(14). Así, la novedad de la encarnación no es la irrupción del misterio hasta ahora jamás desvelado, ni sólo una revelación en donde se realizaron las revelaciones anteriores; es de una forma más radical, la manifestación de la verdad y la verdad manifestada, la revelación de lo que estaba escondido pero ya se presenta, la venida en la carne de aquel que ya se había dado a conocer a los seres humanos y que desde siempre estaba con el padre. Jesús entonces, sería la verdad porque es la verdad manifestada ya que es el Lógos eterno encarnado y quien permiten la revelación de lo que se ha de revelar. Es el único que tiene la capacidad de dar luz a los entes “…yo soy la luz del mundo…” para que éstos sean verdaderos. Todo fue hecho en él por él y para él(15). En principio siempre fue el Lógos y el Lógos ha permanecido durante toda la historia de la humanidad, por tanto, si hay un hecho de revelación en Jesús es la auto-revelación de la verdad(16). En él se revela lo que es verdadero. Finalmente comprendemos que la relación religiosidad-verdadero, es una relación estrecha. Tanto que la religiosidad logra hacer susceptible al sujeto religioso frente al contenido de lo que él considera verdadero. _______________________________________ 11. VELAZCO Francisco Diez. Lenguajes de la Religión, Mitos, Símbolos, e Imágenes de la Grecia Antigua, Ed. Trotta, Barcelona 1998, pág. 18 12. ELIADE Mircea, Joseph M. Kitagawa. Metodología de la Historia de las Religiones,Ed. Paidós, Buenos Aires 1967, págs.199 13. Reina Valera Revisada (1960). 1998. Sociedades Bíblicas Unidas: Miami Juan 1:1-2 14. Colosenses 1:15-17 15. Cfr. Dupouis, Jaques. Teología Cristiana del Pluralismo Religioso. Ed. SalTerae. España 2001.

ESQUEMA DE LO PLANTEADO

Sobre como la Religiosidad configura lo verdadero

ENTREGA 3 2do. ¿Qué es lo verdadero? ¿Qué podemos considerar como lo verdadero? Se nos habla de de la verdad absoluta, de las verdades aparentes que finalmente se consideran falsas; una y otra vez se repite: “solo hay una verdad, única, especial, y determinante del curso de la vida de los hombres”. Ante esta afirmación pregunto: ¿y qué es la verdad? Pregunta que me remite a otra: ¿y qué es lo verdadero? Analicemos: Vivimos dentro de la cotidianidad, en un mundo que es contingente y también necesario en el que nos desplazamos, somos y nos realizamos como entes de y portadores de vida. ¿Qué hace de nuestra realidad algo verdadero? ¿La historia, que de generación en generación se modifica, donde lo que fue ya no es aunque lo recordemos, como la fotografía de aquella niña en su cumpleaños número 15 ahora convertida en mujer, o el lenguaje bajo el cual configuramos el mundo y al cual quedan reducidos todos los entes (fenómenos) de los que decimos saber verdaderos? Al intentar dar respuesta a esta cuestión nos enfrentamos a un sinnúmero de significados, adempero, la presente investigación tiene muy claro sus límites. Lo verdadero dentro del fenómeno religioso (la religión). Habiendo delimitado nuestro espacio de discusión procedemos a explicarlo. En este punto seguimos de cerca a Michel Henry(8)para quien lo verdadero es aquello que se muestra; es decir, es la aparición del objeto en cuanto tal. Es el hecho de mostrarse del objeto lo que constituyen lo verdadero del objeto, pero el hecho de mostrarse no tiene nada que ver con lo que se muestra. A manera de ejemplo: que el sol sea amarillo, no tienen nada que ver con el hecho de mostrarse del sol. Prueba de ello es que un sol amarillo se nos mostraría igual que cualquier otra figura de la naturaleza. El hecho de mostrarse del objeto es tan diferente a lo que se muestra como la luz a todo lo que ilumina; no obstante, el hecho de mostrarse no es indiferente a todo lo que se muestra. Por tanto, la esencia de lo verdadero (la verdad) está en el acto de mostrarse, considerado en sí mismo y en cuanto tal. Entonces, si el acto de mostrarse consiste en la esencia propia de lo verdadero (la verdad) en el sentido de una manifestación pura, de una revelación pura, entonces todo lo que se muestra no es verdadero más que en un segundo sentido. En Grecia las cosas se llamaban “fenómenos”. “Fenómeno”, phainomenon, viene del verbo phainesthai, que lleva en sí la raíz pha-, phôs, que significa la luz. Phainesthai quiere decir mostrarse interviniendo a la luz. Luego "fenómenos" quiere decir: lo que se muestra viniendo a la luz, saliendo a la luz del día(9). La luz a la que salen las cosas para mostrarse como fenómenos es la luz del mundo. El mundo no es el conjunto de las cosas, de los entes, sino el horizonte de luz en el que las cosas se muestran como fenómenos. Por tanto, el mundo no designa lo que es verdadero sino la verdad misma. Los fenómenos del mundo son las cosas en cuanto se muestran en el mundo, que es su propia “mostración”. Teniendo en cuenta lo anterior entendemos que estamos en un análisis de lo verdadero desde la fenomenológica. Concierne por consiguiente aclarar que no se trata de lo que se muestra sino del hecho de mostrarse, de lo que aparece sino del modo de aparecer; de lo que se manifiesta sino de la manifestación pura misma y en cuanto tal. O, como puede decirse, no del fenómeno sino a la fenomenalidad (acto de mostrarse del ente). Si bien los entes se muestran y el acto de mostrase los hace verdaderos, no obstante, sólo es posible dentro de un plano más amplio que le permite al fenómeno su fenomenalidad. Este espacio lo denominamos el “espacio de verdad”, o siguiendo a Gadamer “horizonte de verdad”(10). Por tanto lo verdadero del fenómeno en el plano de la religiosidad, no es otra cosa que el mismo acto mostrarse, pero esta vez en lo que llamaremos “horizonte de visibilidad”, es decir, el espacio generado por la religiosidad dentro del “horizonte de verdad”. En donde los fenómenos religiosos son verdaderos. Ahora bien, el “espacio de verdad” es el que permite que esta fenomenalidad ocurra. Este espacio entonces sería la verdad misma y en cuanto tal. A partir de esto la verdad debe ser un espacio que no esté incluido en ningún otro, que imprima luz a los fenómenos permitiéndoles su fenomenalidad. La verdad entonces debe tener la capacidad de auto- manifestarse, auto mostrarse de forma pura; es decir, debe ser la revelación pura. Una revelación cuyo acto de mostrarse sea una auto- revelación absoluta. Diferente a todo lo que no sea otra cosa que su propia sustancia fenomenológica. Nos hallamos en presencia de la esencia que el cristianismo sitúa al principio de todo. Dios es la revelación pura que no revela nada distinto de sí. Dios se auto- revela. La revelación de Dios es una auto-revelación y por tanto la verdad del mundo donde los objetos, entes, fenómenos religiosos o no religiosos pueden mostrarse. La religiosidad entonces no puede configurar la verdad porque la verdad es una manifestación pura imposible de configurar a través de una práctica humana. Pues ella es origen del “espacio de visibilidad” donde los fenómenos religiosos pueden mostrarse. Lo que si puede hacer la religiosidad es configurar lo que es verdadero para el sujeto religioso, pues como ya hemos dicho tienen la capacidad de modificar la interpretación de la realidad y el modo en que este se entiende. ________________________________________ 8. HENRY, Michel. Yo Soy la Verdad. Ediciones Sígueme. Salamanca. 2001. 318 págs. 9. Cfr. Heidegger, M. Ser y Tiempo. Ed. FCE, México 1989. Pág. 39. 10.Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona.

Sobre como la Religiosidad configura lo verdadero

ENTREGA 2 1ro. ¿A que nos referimos con religiosidad? Llamaremos religiosidad a aquella practica de lo religioso(3)del hombre cualquiera que esta sea que se encuentra tejida a través de las creencias y experiencia religiosas(4), místicas o no, de los individuos que de ella participan; esto es evidente en la historia de las religiones (tipos de religiosidad en medio de una misma religión) Teniendo en cuenta la diversidad de las practicas religiosas, clasificar de forma taxonómica sus características sería un fracaso, no obstante, podemos decir que la religiosidad posee una característica fundamental y común a todas las religiones o creencias religiosas: se trata de un comportamiento peculiar que genera en el sujeto religioso que no se circunscribe al campo de la ética, sino, que repercute en la interpretación de la realidad y en el modo de entenderse de éste; es decir, la religiosidad tiene la capacidad de modificar tanto el comportamiento del sujeto religioso (persona religiosa) como su visión de la realidad. Sin embargo en este proceso juega un papel fundamental el ser religioso del hombre. La tendencia innata que posee todo ser humano a buscar lo trascendente, ésta actitud religiosa resalta mucho más en contraste con la “irreligiosidad” de la sociedad actual. Los especialistas en temas religiosos están de acuerdo en afirmar que el no creyente de hoy no responde a una postura primigenia y originaria del ser humano. Es más bien un estado derivado, resultado de un largo proceso de desacralización en el que han ido desapareciendo el sentido y el aprecio de lo sobrenatural. Por eso resulta imposible encontrar un sujeto arreligioso en estado puro. Quedan siempre reminiscencias, nostalgias o fobias que dan muestras inequívocas de una conciencia religiosa original. Los mismos síntomas que acompañan a nuestra sociedad denotan en los hombres y mujeres que se declaran no creyentes la persistencia afianzada de un deseo de “algo” o de “alguien” que los proyecte más allá de su duración histórica y los instale en un ámbito de realidad donde queden satisfechos todos sus deseos fundamentales. Sucedáneos(5)de la religiosidad perdida y añorada pueden ser, entre otros, determinadas expresiones literarias y artísticas y hasta ciertas modalidades de la lucha social y política. El hombre como ser religioso se caracteriza inicialmente por su “búsqueda de sentido” puesto que no toma como definitiva la vida que se le ha dado, sino que indaga desde ella un valor supremo, término de toda investigación y última palabra. Y finalmente por su “fidelidad a lo encontrado”, porque en él se halla la salvación, esto es, una vida completamente nueva o recreación sin defecto. Según hemos dicho, el hombre es un ser religioso por naturaleza que practica la religiosidad, ante esta afirmación preguntamos ¿puede esto suceder en cualquier espacio, o es necesario uno en particular? La respuesta puede parecer obvia pero no es así, no se trata de cualquier espacio, sino de uno en el que hombre y religiosidad puedan interactuar libremente y en el que su búsqueda de sentido pueda suplirse. Este espacio se llama religión. Todo el que estudia la historia de la humanidad comprobara sin dificultad dos hechos: que las religiones se han dado en todo tiempo y en todas partes del mundo, y que no existe una sola sino muchas religiones (pluralismo religioso). Es más, analizando la religión se verá que ésta lleva en sí cierta dinámica de cambio, a la cual se debe que surjan siempre nuevas religiones, que las ya existentes cambien de lugar geográfico o incluso desaparezcan para dar sitio a otras, sin que se dé nunca un "vacío" religioso(6), es decir épocas o regiones habitadas que carezcan de toda religión. La religión se puede describir en su origen y por lo que representa como hecho antropológico, pero todo intento de definirla adecuadamente resulta inútil. A ella podría aplicarse la respuesta de San Agustín cuando alguien le pidió definir el tiempo: “yo sabía lo que es, hasta cuándo me pediste que le explicara”. El término religión es análogo, aunque no equívoco, y presenta problemas, ya que debe incluir prácticamente toda opción, desde la creencia en muchos Dioses, o en una sola divinidad impersonal, hasta la creencia en un solo Dios personal, incluso el rechazo de toda creencia en Dios (en el budismo antiguo). Ya en 1902 el psicólogo americano James Leuba podría contar 48 definiciones distintas, y en su opinión todas deficientes; hoy existen más de 200. La filosofía de la religión, a la cual toca la tarea de definirla, sólo puede decir que la religión tiene que ver siempre con una experiencia de “encuentro con lo divino”. La fenomenología, en cambio, puede describir las distintas etapas en que la religión se ha manifestado en la historia desde la “creencia en el gran espíritu” de los animales, las aguas, los árboles, etapa propia los pueblos cazadores agrícolas, el “culto de los muertos”, convertidos en seres sobrehumanos protectores integrantes del orden social, que es la segunda etapa, hasta la creación del “mito”. Por tanto la definición que queremos conservar es la de Émile Durkheim(8): “una religión es un sistema solidario de creencias y prácticas relativas a cosas sagradas, es decir, separadas, prohibidas, creencias y prácticas que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos los que se adhieren a ella” pero ¿son todas ellas verdaderas o autenticas?, este pregunta abre la discusión por lo verdadero de la que nos ocuparemos a continuación. _____________________________________________ 3. Entiéndase como la estructura de la conciencia humana basada en la relación con lo sagrado (realidad trascendente). No se trata de un estadio más de la humanidad, sino de un constituyente de la conciencia humana. Explicar desde fuera tal experiencia se presenta como tarea imposible, pues no podría dar cuenta de su verdadera razón de ser. La comprensión de lo religioso implica la aceptación de su propia significación: lo sagrado es la dimensión humana -en cuanto experiencia subjetiva y en cuanto realidad objetiva que motiva esa experiencia- de inserción en una totalidad que permite al hombre tomar conciencia de que es tal hombre. cfr., 10 Palabras Claves en Religión, Ed. Verbo Divino, pág. 43 4. Todo tipo de experiencia de carácter religioso que entra en relación con las dimensiones de la persona humana (físico, emocional, psicológico, trascendente) 5. Sustancia o elemento que puede reemplazar a otro por tener propiedades similares. 6. Cf., GALINDO, Florencio, El “fenómeno de las Sectas Fundamentalista”, Ed. Verbo Divino, España 1994, Pág. 52. 7. iccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona

Sobre como la Religiosidad configura lo verdadero

ENTREGA 1 Puede parecer fuera de tiempo relacionar en la actualidad la religiosidad y lo verdadero. Sobre todo en una época sometida a agendas de investigación tan sensibles a las modas de lo académicamente correcto (dadas las estrategias muchas veces coyunturales de las políticas de investigación de algunas elites universitarias). También se podría pensar que estas referencias corresponden a asuntos innecesarios de poco interés para la práctica teológica. Pero esto no es cierto(1). Revisar la relación entre la religiosidad y lo verdadero responde a ese necesario mirar en el interior de la teología. Esto resulta útil sobre todo cuando se cae en la indeterminación al intentar estudiar la religiosidad y lo verdadero, pues existen momentos donde lo que se da es un mero naufragio entre los escollos del quehacer teológico sin lograr una explicación clara y coherente de estos, ejemplo tenemos en un cierto tipo de teología (sistemática) que al intenta proveer de “doctrinas”, que según ella son coherentes y necesarias para el desarrollo saludable de la relación hombre- Dios a los espacios de reflexión, se queda corta y difusa. Si algo caracteriza “nuestra” disciplina de estudio (la teología) a la que me gusta denominar "acontecer lingüístico de la fe"(2) es justamente una notable afición por las discusiones sobre la religiosidad y lo verdadero que generalmente parecen monólogos yuxtapuestos (y algo repetitivos de generación en generación), pero no por ello menos significativos ya que suelen configurar baluartes para prevenir las preeminencias de escuelas teológicas consideradas absolutas en sus planteamientos. A forma de ver del autor, una comprensión adecuada de la relación entre la religiosidad y lo verdadero debe ser considerada como elemento fúndante para el entendimiento de la ciencia acerca de Dios en el tiempo y en la historia: "la teología" que sólo puede realizarse dentro de un proceso de cambio y progreso. Ella no está orientada sólo al pasado, no es una ciencia archivista, sino que lleva en sí una referencia hermenéutica y creativa al presente y el futuro. Entender como la religiosidad puede llegar a configurar lo verdadero no es tarea fácil, pues no se trata de proporcionar al lector una definición semántica de verdad y religiosidad. Para llevar a cabo esta empresa es necesario precisar: 1ro. ¿A que nos referimos con religiosidad?, esto lo haremos a través de la identificación de sus características, el análisis del ser religioso del hombre y sus manifestaciones (las religiones)., 2do. ¿Qué es lo verdadero?, Abordaremos este tema teniendo en cuenta límites muy preciso según el campo que nos involucra (lo religioso), e indagando en el por qué la religiosidad no puede configurar la verdad sino lo verdadero., y 3ro. La relación entre la religiosidad y lo verdadero. Que será desarrollada teniendo en cuenta el caso del cristianismo. _________________________________________ 1. Cfr., con las obras de la colección Hermeneia de Ediciones Sígueme. 2. Considero la teología como “El acontecer lingüístico de la fe” dado que la fe, en tanto expresión de la alianza del hombre con Dios, ha adoptado diversas formas y ha cambiado su lenguaje según las épocas

Humanos tan Solo Humanos

Publico el siguiente artículo que muy amablemente y después de varias formas de soborno me presto una amiga con la que me identifico en esencia. Pensar hoy en el reto pedagógico desde el contexto cristiano, es una tarea de gran complejidad donde las diferentes realidades en la cual se enmarca el ámbito educativo, vislumbra nuevas problemáticas que desde una u otra perspectiva buscan ser abordadas, a fin de crear posibles alternativas de solución, que nos permitan contribuir significativamente a la formación de un individuo cada vez más humano, comprometido con el mismo y con su momento histórico, un ser absolutamente conocedor de su esencia y finitud pero a su vez capaz de llegar al encuentro con la realidad final y trascendente: ese humano – divino, es decir; ese humano comprometido con esa realidad esencial: Dios, esa deidad conocedora de lo profundo de la naturaleza humana, ese Dios capaz de ser la preocupación concreta del hombre, y la mujer; quienes movidos por las más grandes pasiones, desde la virtud más elogiada y admirable, hasta los vicios más censurables y repugnantes, los cuales brotan de la raíz de la existencia, del fondo, de las ventanas secretas, de los lados oscuros del corazón humano, de las vivencias, de los imaginarios y de las cosmovisiones, que construimos en el día a día, que forjan acciones que no son solo el producto del intelecto. Por el contrario están dinamizadas por los fuertes componentes psíquicos y emocionales que poseemos, inmersas a su vez en las grandes súper estructuras socio económicas, políticas y culturales que hemos creado a través del tiempo para darle bien o mal un orden y sentido a la existencia. Lo anterior, nos permite inferir sencillamente la complejidad que llevamos dentro. Somos, en gran manera, una especie llena de sueños, anhelos, esperanzas, desafíos y retos, pero por qué no decirlo también lleno de grandes enigmas, misterios, frustraciones, dolor, angustia y sufrimiento y un tanto, no muy pequeño, de desborde y locura, pero ¿será que acaso esa complejidad nos aleja de nuestro creador? NO. Por supuesto, al contrario es ella, aquella cualidad innegable que más nos acerca y nos hace salirnos de nosotros mismos y mirar ese más allá, que sólo se alcanza en Dios; sólo el Dios, creador, el gran YO SOY es el único que se acerca a la humanidad en todo el estricto sentido humano, ese Dios cercano al hombre es el único que puede realmente llegar a la esencia misma de él , y ¿Cuál es su fin? : Dios mismo, su encuentro con Él y con su otro semejante; es decir; con el otro cercano, con el igual a él, con el otro hombre, con la mujer, con su prójimo, con aquel que es necesario e imprescindible relacionarse para llegar a ser, y ser ese hombre nuevo y transformado que emerge del encuentro real y consciente de ese Dios que me permite reconocer mi humanidad y la del otro. Y a partir de ella, construir una nueva humanidad donde la imagen de ese Dios de amor, y amante del género humano se haga presente y a través de ella la gloria de Dios sea manifiesta en la formación de humanos más justos y menos violentos, capaces de vivir con esperanza en medio de las diferentes circunstancias que la vida brinda. A lo anterior, me permito referirme como nuestra verdadera y significativa labor como educadores cristianos que propenden establecer las condiciones para que el encuentro se dé entre: el hombre como realidad concreta y Dios como realidad esencial; y como efecto de ese majestuoso encuentro redunde en la gestación de una nueva sociedad más humana, que sea producto de ese hombre y mujer que encontró su máximo fin: EL Dios personal y cercano. Retomando la idea de posibilitar las condiciones para que el encuentro trascendente se dé personalmente y se cumpla la labor pedagógica expuesta, considero (a manera personal aunque no exclusiva, pues comparto con un no pequeño grupo de pedagogos) que una de las grandes herramientas pedagógicas del maestro del siglo XXI es el cine, pues es sencillamente fabuloso, fantástico y asombroso. porque nace de la esencia misma de la naturaleza humana. Es el cine a través de la imagen, y de su gran capacidad comunicativa, unido al enriquecimiento que le da la tecnología, el que logra asirnos de nuevas formas de vernos, de encararnos, de reflejarnos, de cuestionarnos y de revelarnos lo que no pocas veces no nos atrevemos a mostrar. Donde cada espectador es y puede ser un protagonista, un ser que vive un presente ausente y un ausente presente, pues es un “estoy” pero a la vez “no estoy” es una realidad pero a la vez mentira ,es un “sucedió”, pero también “pudo ser diferente”, es el cine (en mi concepto) el arte que más muestra nuestra vida de lo que fue o lo que pudo ser o quizás de lo que es posible, o simplemente inadmisible e inaceptable; es por eso mi apreciado hermano (a), que al igual que yo, mantiene ese sentido altruista y filantrópico, que nos lleva a desarrollar una excesiva responsabilidad por lo que le acaece a ese humano cercano a mí, en el sentido de cercanía, humanos, solo humanos, lo que me lleva a considerar esta herramienta como valiosa pieza del rompecabezas de la introspección de nuestra raza, excelente medio para iniciar el trabajo y a partir de este obtener el fin, pues nos brinda una forma clara y precisa de conocernos, comprendernos, reconocernos, asumirnos, aceptarnos, valorarnos, y en definitiva amarnos a pesar de… Permitiéndonos abrir un nuevo espacio de reflexión y de discusión que nos posibilite invitar a nuestros cercanos chicos (as) a tomar diferentes posturas frente a ellos mismos (as), frente a Dios y frente a su vida, que en términos prácticos y poco convencionales es lo único que realmente poseemos. El propósito de dicha confrontación es entonces, buscar hacerse y realizarse de manera pensada, deliberada, racionalmente y ante todo trascendente. Formar así un sujeto libre y responsable, acorde al ideal divino, que sea la expresión máxima de la voluntad del amor de Dios. Un hombre y mujer que ante todo, por todo y a pesar de todo opte por Él, de manera inequívoca, persuadido por la convicción que da la certeza de haber elegido de lo mejor, lo correcto. Para cerrar esta nota, solo deseo invitarlos a entrarse desde su mirada a las nuevas opciones que genera el mundo moderno, abrumado por la ciencia y la tecnología, que inocentemente satanizamos y olvidamos el aliado que puede ser, le sugiero que se arriesgue con sus chicos (as) a ver la vida desde otras ópticas y permita que Dios nos hable de una manera diferente pero igual de efectiva. Martha Lucia Polo Q. Lic. Ciencias Sociales

TRASCENDENTE Y DIVERSO

¿Qué es Dios?, ¿quién es Dios? Preguntas milenarias respuestas múltiples, me acerco a una: el límite de las preguntas, la causa de las respuestas, la misma lógica inexplicable que envuelve en un velo oscuro la interdimencionalidad del ser; es decir, lo que hace que el ser y sus dimensiones puedan ser. Lo que convierte al ser en lo que es. De cara a este asunto Dios se me presenta no como ser, ni como existencia, sino, como razón y confusión; al hacerlo, me hace volver los ojos a su relación y acción con mi raza, y preguntar ¿qué es hacer posible su conocimiento y entendimiento al hombre? no obstante, entre más indago y reviso las respuestas actuales mi insatisfacción se hace más evidente. Pregunto entonces ¿Cuál es el lugar del teólogo al hacer una teología que responda a dicha cuestión?; ¿Dios, el pueblo, la experiencia, la Biblia, cuál? Dios finalmente es para el teólogo una pregunta que se acerca a su respuesta y cada vez que lo hace se difumina más, “el in-definible, el i-limitable: una realidad literalmente invisible, inconmensurable, inaprehensible, infinita. Es más: Dios no es una dimensión de nuestra realidad pluridimensional sino que es la dimensión "infinito"(1). A los que preguntan por qué hago teología, respondo: no es porqué crea que tengo las respuestas. No, claro que no. Es porque tengo las preguntas a las que ella dice tener las respuestas. Ser teólogo entonces es para mí: conflicto con la existencia, duda y ensimismamiento, pasión y soledad, Dios y Satanás, razón, sentimiento y sinsentido. Por tanto, admito que no soy teólogo porque lo entienda (a Dios), soy teólogo porque lo desconozco. De esta forma me doy cuenta que mi Dios no es el cristiano, ni el musulmán, ni el hindú, mucho menos el budista y tampoco el hebreo, sin embargo, es la suma de estos y muchos más. De esta manera me acerco a su mismidad y al hacerlo me descubro. ¡Soy cristiano pero mi Dios no lo es! Algunos preguntarán cómo es posible esto?; a lo que contesto: basta con mirar las culturas y los pueblos, sólo un Dios que es absolutamente plural en su esencia y manifestación puede crear una raza que sea capaz de conocerlo y relacionarse con él desde su diversidad. Con esto pretendo que aquellos a los que le causa molestia mi visión de la teología y de Dios reflexionen e incluyan a los “otros pueblos”, ya no como aquellos “perdidos” sino, como aquellos a quienes Dios también se dirige, manifiesta y autorevela sin que yo necesariamente sea parte de este proceso; así, creo que construir un mundo en donde exista una realidad más humana puede ser posible. Un mundo en donde el que posee la verdad. “Fenómeno Plural” sea capaz de convivir con otros que también la tienen. Ser teólogo (a) y hacer teología, se trata entonces de reconocer al hombre como HOMBRE, es decir, a la humanidad como HUMANA, ver al otro como igual y no como el excluido y extranjero a los meandros de lo divino. Por último; si nuestra labor como teólogos (as) no es la voluntad de Dios (HUMANIDAD) y potencialización del ser no sé entonces qué clase de evangelio predicó Jesús. _________________________________ 1. KÜNG Hans. Credo. Ed. Trotta, pág. 18.

CRÍTICAS...

Tengo un amigo muy apreciado, un investigador como yo pero que en ocasiones me desconcierta. Aquí va una de esas ocasiones: ATENCIÓN: usurpadores de la academia aspiran desfigurar el discurso pastoral. Hay quienes estudian aquí, y se autodenominan “teólogos académicos”, argumentando que, a diferencia de los “teólogos pastorales”, ellos no están para responder a ninguna realidad social y que por ende, se encuentran desinteresados en participar de cualquier escenario reflexivo que los vincule a considerar la iglesia como su interlocutor directo. Según ellos, su quehacer teológico gira en torno a un periplo que trasciende al pensamiento popular-como si ellos hicieran parte de alguna dinastía marciana ó extraterrestre; y también presumen de haber perdido cualquier elemento que los haga ver como “cristianos fervorosos”, título que al parecer, han dejado tras verja de algún resentimiento que pretenden justificar, y en ocasiones, enmascarar en algo llamado “crítica”. Pero hay que anotar también que los asuntos eclesiales “están muy de moda” para estos personajes tan, ¡pero tan doctos!. Y no es un secreto para ninguno que los asuntos que tienen que ver con la iglesia son tratados abiertamente con cierto desprecio y desden por estos estudiantes (aunque siendo honestos, los docentes en ocasiones se prestan para eso). Es más, ya es como una formula: si se va a hablar de la iglesia en alguna clase, inmediatamente se hace con términos peligrosamente acusatorios y desafiantes. Parece que su crítica se ha convertido en periodista exclusiva de lo malo, ignorando así, que también debería ser heralda de lo bueno y meritorio. Es en este sentido, entonces, que deseo pronunciarme a favor del quehacer académico. Sí. Y lo hago desde esta rama ya que esta discusión no la debe sufrir el “teólogo pastoral”. Sin duda que el pensador devocional tiene algo que decir al respecto, es más, me gustaría escuchar a sus representantes. Pero quiero manifestar en este momento la profunda inconformidad que tengo: se cree que el quehacer académico corresponde al devenir de las ideas y del conocimiento y que tiene muy poco que ver con la praxis cristiana. La academia es amiga de la praxis aunque ésta última se haya mostrado prevenida con la academia en sí. Y no es gratuito. Por siglos la academia sometió a la iglesia a merced de la ignorancia y la esclavitud. Y como es sabido para nosotros esto fue generando resistencia y prevención por parte de la iglesia. Así que no esperemos que sea fácil situarse afuera de los términos de la iglesia, la cual ha sido opacada infamemente por algunos “doctos”, y reprocharla desde la academia sin tener el más mínimo de cuidado al hacerlo. No creo que la iglesia sea inmaculada, ni creo que no se deba criticar. Solamente veo que no es necesario abandonar la iglesia para hacerlo. Además, porque considero muy atrasada esa manera de actuar. Alego, pues, que no se debería actuar así. Me gustaría preguntar desde cuándo, las ideas de los grandes contribuyentes al conocimiento científico y, aun teológico, maduraron en medio de las grutas y los socavones de la soledad. Les ruego me muestren a los representantes de la reflexión teológica contemporánea y me digan a partir de qué, estos teólogos, elaboran sus proposiciones; digo esto porque parece que estos “académicos” desean ser conocidos más como una camada de flojos e idealistas fantasiosos, que por reflexólogos comprometidos con el evangelio de Jesucristo. Finalmente, quisiera advertir a estos “teólogos” que si se van a pronunciar no se vayan a ocultar tras la frase celebre de Hans Küng que expresa algo así como esto: “critico a la iglesia no por haberme alejado de ella, sino por haberme comprometido con ella”, pues ha sido evidente que el ejemplo de este teólogo, al igual que en Lutero, demuestra una sincera unión con Cristo y su iglesia. Diciéndole al mundo con esto que su pensamiento y el fruto de su reflexión trasciende verdaderamente al terreno de lo humilde, de lo vivido por los no-entendidos, y porque no decirlo aquí, de lo que es profundamente humano: la búsqueda por vivir la paz y el amor. Edwin Villamil Teólogo académico-pastoral-devocional. Ante este documento fueron variadas mis reacciones; no obstante, luego de pensar, escribir y corregir escribo mi reacción. ¿SE TRATA DE DIALOGO? El escrito al que me referiré esta vez lleva por título: “ATENCIÓN: usurpadores de la academia aspiran desfigurar el discurso pastoral”. ¿Cuál es la propuesta?: ¿una discusión de altura académica con argumentos sólidos y precisión etimológica, o un discurso apasionado sobre juicios de valor a la luz de deficientes conceptos sobre la teología académica y sus representantes? Hay que recordar con gran insistencia que el mundo requiere diálogo y éste no se logra con discursos apasionados sobre lo que está bien o está mal. ¿Cuál es el inconveniente que surge si alguien quiere hacer teología académica? ¿Estamos hoy en un tiempo de debate sobre el tipo de teología que se debe hacer y entre cuál teología es mejor o más apropiada? No es mejor si se piensa en un apoyo mutuo en donde cada una hace lo que le corresponde. ¿Por qué tanto dolor y resentimiento al considerar a los teólogos académicos y su quehacer? ¿Será que el trabajo de los teólogos es entendido o se le estará dando una interpretación prejuiciada? Ahora bien, ¿puede un teólogo, cualquiera que sea la teología que realice, salirse de la iglesia, si bien, la iglesia es él mismo? ¿Por qué conservar un tono tan irónico si lo que se quiere es llamar la atención de lo que se debe mejorar? Apreciado autor si tu intención es no criticar de la forma en la que lo hacemos algunos está bien, no obstante, no intentes desvirtuar nuestra crítica pues al hacerlo también la tuya caerá en lo que críticas. Está demostrado que la crítica molesta y es incómoda pero son los hechos los que la generan; la crítica no desconoce los aspectos positivos del argumento que crítica, por el contrario, los tiene en cuenta y los considera al momento de pronunciarse, pues así fortalece su argumentación. Un poco más de respeto pido yo con los términos: “teólogos académicos”, “Iglesia” y “teología pastoral”. Pues a la hora de hablar de ellos es necesario precisión y claridad para que no quede en el aire lo que está indicando cada uno. Creo por el contrario que se trata de un diálogo en el que cada uno contribuye a la construcción de una realidad teológica firme, liberadora y trascendente. ¿Qué tipo de sufrimiento te produce la forma en la que se realiza la teología cuando preguntas: desde cuándo, las ideas de los grandes contribuyentes al conocimiento científico y, aun teológico, maduraron en medio de las grutas y los socavones de la soledad? nadie construye nada sólo, eso es verdad. Sin embargo, existen momentos en los que el diálogo interno es necesario para luego trabajarlo en comunidad y así lograr acallar un poco la multitud de voces que escucha todo el tiempo un teólogo. La soledad entonces, no es un enemigo en esencia; por el contrario, trae profundidad a la reflexión teológica y no apasionados planteamientos ligeros(1). Entiendo que te es causa de molestia que teólogos académicos, según tus palabras: presuman de haber perdido cualquier elemento que los haga ver como “cristianos fervorosos a lo cual pregunto: ¿no crees que es hora de dejar al hombre (ser humano) vivir su religiosidad libremente y sin lenguajes religiosos innecesarios? Finalmente, te insto a que consideres tres últimos asuntos: 1º Ningún trabajo académico serio lo puede realizar personas que desean ser conocidos más como una camada de flojos e idealistas fantasioso., 2º. La palabra reflexólogos es aplicada solo a los que trabajan con la reflexología(2) y 3º. Al comparar tú estilo sarcástico e irónico con la mención que haces del teólogo Hans Küng y de Lutero diciendo que su reflexión trasciende al terreno de lo que es profundamente humano, veo una gran incoherencia, pues creo que si se trata de ejemplos a imitar no estás siendo el mejor al hablar peyorativamente de los teólogos académicos. Además, ninguna argumentación responsable debiera estar basada en la exclusión de lo humano en el otro. ____________________________________________________ 1.Oscar Cullmann durante el proceso de composición de su “Cristología” alquiló una casa a las afueras de la ciudad y se dedicó a escribir en soledad esperando no ser molestado por nadie mientras elaboraba su reflexión sobre Cristo y su realidad trascendente. Martín Martin Heidegger durante los últimos diez años de su vida permaneció en una casa a las afueras de la ciudad en soledad escribiendo la que sería su obra cumbre Ser y Tiempo. 2.Estudio de la técnica de los masajes aplicados en determinados puntos de los pies o de las manos con el fin de estimular las capacidades curativas del organismo, Cfr., Diccionario RAE.

Sobre la humildad...

Existes diviesos tipos de virtud unas más necesarias que otras según la opinión de algunos. Sin embargo, una que no puede faltar es la humildad y sobre todo a la hora de escribir o predicar. Al respecto quiero citar a un teólogo para muchos en desuso: Martin Lutero, quien en 1539, redactara un prefacio al primer volumen de sus obras en lengua alemana (Luthers Werke, Múnich 1951, vol. 1, p.18s.).

“si te sientes importante y te imaginas que tienes la verdad y sientes tal complacencia en tus propios libritos, doctrinas o escritos, como si lo hubieses hecho a maravilla y predicado a la perfección, si te agrada también sobremanera que te alaben delante de otros, si quizás hasta deseas que te alaben, pues de lo contrario estarías triste y te dejarías ir, si eres de tal género, amigo, entonces agárrate las orejas y si agarras bien, hallarás un hermoso par de grandes, largas, ásperas orejas de burro. Entonces no te importen los gastos y adórnalas con campanillas de oro para que allí por donde fueres puédanle oír, señalarte con el dedo y decir: “Mirad, mirad, allá va ese hermoso animal que sabe escribir libros tan exquisitos y predicar tan a la perfección”. Entonces eres bienaventurado y más en el reino de los cielos”
Comunico este mensaje para aquellos que no han logrado superar sus complejos de grandeza ministerial.

Semana de Ética Mundial con el Teólogo Hans Küng

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Un partido muy particular

Luego de mucho deliberar por fin se pusieron de acuerdo en que era lo que había que hacer. Pregunto yo, ¿será que nos toca esperar una "EUREKA" para dejar de atropellar las culturas con el "evangelio"?

¿PARA QUÉ ESTUDIO FILOSOFÍA?

Nota: aunque soy teólogo mi interés por la filosofía no es desconocido. A continuación una reflexión al respecto. Me propongo desafiar mi razón a través de un proceso reflexivo en que mis pasiones, preguntas y respuestas sean exteriorizadas a través del presente texto, buscando contestar de forma clara y precisa la pregunta formulada. Comenzaré mencionando qué es filosofía, empresa compleja pero necesaria para entender mi razonamiento. Posteriormente, enunciaré la tesis de mí argumento que posibilita la respuesta a la pregunta planteada y, finalmente, concluiré con aquello que surge una vez hecho este ejercicio: una nueva pregunta. Entiendo por filosofía lo que según Aristóteles es la ciencia que conoce por conocer. La más elevada de todas las ciencias porque se esfuerza por conocer lo cognoscible por excelencia, es decir, los primeros principios o causas, por eso es metafísica o filosofía primera. Es la ciencia del ser en cuanto ser, la ciencia que puede llamarse, según el filósofo, la Verdad. Así, Aristóteles me permite responder que no estudio filosofía para saber leer, preguntar, reflexionar, mucho menos para satisfacer las necesidades de una sociedad que espera gente “pensante”. Estudio para mí, para mi placer, para mi gusto y angustia, para mi satisfacción y para conocer ese otro que soy yo, (las cosas primeras) ese que desconoce el mundo en el que ha sido puesto. Aquí no importa la pregunta, importa mi respuesta. Es un problema ontológico donde mi yo se encuentra frente a su otro yo, como lo diría Ricoeur “yo mismo como otro”. Esto se ilustra en ese extraño sentido que tienen todos los seres humanos de saber que las cosas que son, pudieron no haber sido así, sino, de otra forma. Advierto entonces, que al igual que la hora es al tiempo, es el hombre a la filosofía. Entonces, surge la metáfora, el hombre es filosofía. Ejemplo tenemos en Sócrates, quien pese a todas las reconvenciones de sus amigos decidió morir por la verdad, la filosofía, al no poder dejar de ser para actuar. De esta forma, se constituye para mí en un problema ontológico. No obstante, soy conciente que mi respuesta tal vez sea poco común, aun así, al expresarla reconozco en este ¿para qué? una pregunta decisiva a la hora de mi quehacer filosófico, y como consecuencia, se construye en mí ese otro que soy yo. Estudio filosofía entonces, por el placer de ser y conocer lo cognoscible entendiéndome en medio de un problema ontológico. Finalmente, si todo lo que he dicho es cierto, ¿qué ocurre para que se piense que la filosofía no es un autodescubrirse humano?

DIMENSIONES…

Una sola fe (la del creyente en Dios) ¿una sola dimensión de ésta?, Un solo cuerpo (el de Cristo) ¿una sola expresión de éste?, ¿de qué se trata, de unidad, uniformidad, diversidad, fe…? Son tan solo 4 evangelios no 5 ni 6, pero mirarlos por separado nos cuesta tanto que la tentación de sacar de ellos la única imagen del maestro nos seduce y hace caer en una suerte de hipocresía religiosa en busca del “bien común”: una imagen del maestro absurdamente plana que nos imposibilita para el dialogo intersubjetivo con el otro. Esta imagen no hace más que restringir 4 formas, 4 estilos, que sin intención de doctrina universal y verdad imputada hacen del maestro un todo plural. ¿Cuál es el miedo de los que no reflexionan sobre su ser cristiano y se quedan mirando mientras critican a quienes deciden vivir y no simplemente seguir la “sana doctrina”?; a propósito ¿quién determina la sana doctrina evangélica?, ¿Qué es la sana doctrina? Con esto no busco argumentar a favor de una fe en donde toda clase de práctica religiosa sea adecuada, más bien, dejar en la mente de mis lectores la reflexión sobre frases como: “así lo hemos creído siempre, esa es la doctrina y así hay que creer”. Para todos los que ven a Jesús y creen en él de la “única forma”, o “verdadera forma” Para todos los que decidieron callar la reflexión con un trago de conformismo doctrinal. Para todos los que en vez de vivir una fe dinámica en diálogo con la cultura se retrotraen y esperan una parusía a fin de superar sus conflictos existenciales sin resolver. Para el grupo de “señores” que bajo la voz de la verdad satanizan lo que no pueden entender, o lo que en su “basta reflexión” no es aceptable. Señoras y señores: Jesús no solo representa a un hombre en su definición semántica; por el contario, a éste en su dimensión plural. Plural es dinámico y dialógico, no estándar y estático. Jesús es más que la suma de cristianismo e iglesia, y el evangelio es él mismo y no la suma de las doctrina de los concilios. Por lo pronto, buscamos como cristianos no asistir al funeral de una fe que en su afán de conservarse “pura” olvida su razón de ser: la gloria de Dios en el hombre.