Una carta de Plinio el Joven a Trajano. Testimonio del cristianismo primitivo [3]

Trato del Plinio al emperador trajano y referencia a los martires:

Plinio el joven, en el panegírico que hizo de Trajano á la sazón, no pronunció una sola palabra de piedad ó de moderación contra aquellos horribles juegos; ni siquiera recurrió á alguna de esas precauciones oratorias que la mas baja lisonja sabe encontrar á veces para evitar la sangre: pero ¡qué digo! aquellos mismos juegos proporcionaron al orador frases cadenciosas y flores de lenguaje para glorificar á su señor y ensalzar su justicia y humanidad; mas sabéis por qué? por no haber tomado de entre los espectadores nuevos despojos que echar á la arena y aumentar así el número de las víctimas:

"Después de haber provisto de este modo á las necesidades de los ciudadanos
y de los aliados, no has olvidado tampoco sus placeres. Nos has proporcionado un espectáculo, no de aquellos que pueden debilitarnos ó afeminarnos, sino de los que son tan propios para inflamar nuestro valor, familiarizarnos con la vista de nobles heridas é inspirarnos el desprecio de la muerte. Nos has mostrado el amor de la gloria y el ardor de vencer hasta en el alma de los malvados y los esclavos.

¡Con qué magnificencia, con qué justicia has brillado en esta ocasión! Siempre imparcial, siempre señor de tus pasiones, Has alargado lo que se apetecía, has ofrecido lo que nadie se atrevía á pedirte, te has adelantado al deseo general.

Un espectáculo ha seguido á otro, y siempre cuando menos se esperaba. ¿Vióse alguna vez mas libertad en los aplausos, mas seguridad para declararse cada uno según su inclinación? ¿Se nos ha imputado á mal como en tiempo de otros emperadores, haberle tomado aversión por un gladiador? ¿Por ventura alguno de los espectadores se ha dado á si mismo en espectáculo, y ha sido tan desventurado, que haya tenido que espiar placeres funestos por medio de crueles suplicios [1]?"

En qué grado tan profundo de abyección habría caído ya la humanidad, para que un emperador como Trajano se dejase alabar de esta manera por un hombre como Plinio.

[1] Plinio, Panegírico 33.

Protesta de tertuliano a lo dicho por trajano: lo hace desde la lógica pero no consigue mucho.

Pero ni esto se puede averiguar, porque hubo cesáreo decreto para que no se hiciese inquisición de nosotros. Gobernando una provincia Plinio el Menor[1], habiendo dado la muerte á muchos cristianos y quitado á otros sus dignidades, embarazado con la muchedumbre de los que se ofrecían á morir, escribió á Trajano, que era entonces emperador, consultándole qué haría de los otros que quedaban. Del instituto de su profesión le informó: que fuera de la porfiada obstinación en no querer sacrificar á los dioses, no había hallado en ellos sino unos apuntamientos[2] que hacían antes de amanecer, en que cantaban alabanzas á Cristo, como á su Dios, y en las otras enseñanzas su doctrina prohibía el homicidio, el adulterio, el engaño, la traición y otros vicios. Entonces respondió Trajano: “Que no hiciese inquisición de este linaje de gente; pero que si los acusaban, convenía castigarlos con severidad”.

¡Oh, sentencia confundida con órdenes contradictorias por la fuerza del sentir del que la dio! ¡Manda que como inocentes no sean buscados, y ordena que sean condenados como malhechores! Dentro de un orden envuelve dos contrarios, furor y mansedumbre; disimula blando, y riguroso condena. ¿Cómo, ¡oh, emperador!, te cercas condenando con tu censura tu error? Si culpas, ¿por qué no buscas? Si no buscas, ¿por qué no absuelves? Para buscar ladrones en todas las provincias hay militares tropas; contra enemigos públicos y reos de lesa majestad, ninguno del pueblo se exime[3]; todo hombre se arma soldado, la inquisición se hace de los amigos, de los compañeros, de los cómplices, y se extiende á los sabedores; ¿sólo al cristiano nadie lo puede buscar y lo pueden acusar todos? ¡Como si no fuere necesario igual delito ó tanta culpa para ser buscado como para ser denunciado! Condenáis al acusado, de quien expresamente sentís no tiene culpas para ser buscado, y yo pienso, y con razón, que no mereció la pena por ser malo, sino porque fue hallado el que no había de ser buscado.

Apologética 2,6-10

Tertuliano sin embargo no puede salir de la argumentación ilógica y reconoce mas adelante que la medida de trajano era un adelanto respecto de la legislación Neroniana[4].

¿Qué calidad, pues, tienen las leyes que solamente ó las hicieron ó las usaron los impíos, los injustos, los torpes, los crueles, los vanos y los locos? ¿Qué justificación y autoridad tiene la ley que el príncipe, si es bueno, no la usa? Trajano mandando no hacer inquisición de nosotros, en parte las revocó[5]. Adriano, aunque fue curiosísimo explorador de ritos, nunca las autorizó contra los nuestros. Vespasiano, que parece había de ser indevoto de los cristianos, habiendo destruido á los judíos por la conveniencia que nuestra religión tiene con ellos, nunca las apoyó. Antonino Pío, ni Severo nunca las usaron ni impusieron[6].

Apologética 5,7

Textos en latín:

C. PLINIUS TRAIANO IMPERATORI

Sollemne est mihi, domine, omnia de quibus dubito ad te referre. Quis enim potest melius vel cunctationem meam regere vel ignorantiam instruere? Cognitionibus de Christianis interfui numquam: ideo nescio quid et quatenus aut puniri soleat aut quaeri. [2] Nec mediocriter haesitavi, sitne aliquod discrimen aetatum, an quamlibet teneri nihil a robustioribus differant; detur paenitentiae venia, an ei, qui omnino Christianus fuit, desisse non prosit; nomen ipsum, si flagitiis careat, an flagitia cohaerentia nomini puniantur. Interim, iis qui ad me tamquam Christiani deferebantur, hunc sum secutus modum. [3] Interrogavi ipsos an essent Christiani. Confitentes iterum ac tertio interrogavi supplicium minatus; perseverantes duci iussi. Neque enim dubitabam, qualecumque esset quod faterentur, pertinaciam certe et inflexibilem obstinationem debere puniri. [4] Fuerunt alii similis amentiae, quos, quia cives Romani erant, adnotavi in urbem remittendos.

Mox ipso tractatu, ut fieri solet, diffundente se crimine plures species inciderunt. [5] Propositus est libellus sine auctore multorum nomina continens. Qui negabant esse se Christianos aut fuisse, cum praeeunte me deos appellarent et imagini tuae, quam propter hoc iusseram cum simulacris numinum afferri, ture ac vino supplicarent, praeterea male dicerent Christo, quorum nihil cogi posse dicuntur qui sunt re vera Christiani, dimittendos putavi. [6] Alii ab indice nominati esse se Christianos dixerunt et mox negaverunt; fuisse quidem sed desisse, quidam ante triennium, quidam ante plures annos, non nemo etiam ante viginti. quoque omnes et imaginem tuam deorumque simulacra venerati sunt et Christo male dixerunt. [7] Affirmabant autem hanc fuisse summam vel culpae suae vel erroris, quod essent soliti stato die ante lucem convenire, carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem seque sacramento non in scelus aliquod obstringere, sed ne furta ne latrocinia ne adulteria committerent, ne fidem fallerent, ne depositum appellati abnegarent. Quibus peractis morem sibi discedendi fuisse rursusque coeundi ad capiendum cibum, promiscuum tamen et innoxium; quod ipsum facere desisse post edictum meum, quo secundum mandata tua hetaerias esse vetueram. [8] Quo magis necessarium credidi ex duabus ancillis, quae ministrae dicebantur, quid esset veri, et per tormenta quaerere. Nihil aliud inveni quam superstitionem pravam et immodicam.

[9] Ideo dilata cognitione ad consulendum te decucurri. Visa est enim mihi res digna consultatione, maxime propter periclitantium numerum. Multi enim omnis aetatis, omnis ordinis, utriusque sexus etiam vocantur in periculum et vocabuntur. Neque civitates tantum, sed vicos etiam atque agros superstitionis istius contagio pervagata est; quae videtur sisti et corrigi posse. [10] Certe satis constat prope iam desolata templa coepisse celebrari, et sacra sollemnia diu intermissa repeti passimque venire victimarum, cuius adhuc rarissimus emptor inveniebatur. Ex quo facile est opinari, quae turba hominum emendari possit, si sit paenitentiae locus.

TRAIANUS PLINIO

Actum quem debuisti, mi Secunde, in excutiendis causis eorum, qui Christiani ad te delati fuerant, secutus es. Neque enim in universum aliquid, quod quasi certam formam habeat, constitui potest. [2] Conquirendi non sunt; si deferantur et arguantur, puniendi sunt, ita tamen ut, qui negaverit se Christianum esse idque re ipsa manifestum fecerit, id est supplicando dis nostris, quamvis suspectus in praeteritum, veniam ex paenitentia impetret. Sine auctore vero propositi libelli nullo crimine locum habere debent. Nam et pessimi exempli nec nostri saeculi est.

Bibliografía:

§ Ribla: Cristianismos originarios extra-palestinos.

§ Diccionario patrístico y de la antigüedad tomo I, ed. Sígueme Salamanca.

§ Actas de los mártires, texto bilingüe, Daniel Ruiz Bueno. Biblioteca de autores cristianos.

§ Dos piesas del epistolario de Plinio, Julio Pimentel Álvarez, UNAM, México, analogía revista de filosofía año 4, 1990 No2.

§ Un hogar para los que no tiene patria ni hogar. John H. Elliot, ed. verbo Divino.


[1] Text. Plinius Secund. Esta carta refiere Euseb., lib. 3., cap. 27; y concluye: Quibus adductus Trajanus promulgavit Edictum: cristianos a neminé inquirendos esse; oblatos vero puniri oportere. El mismo suceso cuenta Plinio, lib. 10.

[2] Text. In antelucanis coetibus. Frecuentadísimo ejercicio de la primitiva Iglesia congregarse antes de amanecer todos los fieles al sacrificio de la misa y de la oración, dijo Cipriano: Nam, et mane orandum est, y Athenágoras: Oriem sol videat librum in manibus tuis.

[3] Text. Omnis homo miles est. El Padre la Cerda, núm. 65., dice: «Que los soldados son ejecutores del castigo.» Yo creo que aquí quiere decir, que para perseguir delincuentes que son enemigos publicos de la patria, de la religión y el reino, todos los hombres son soldados, como en Castilla los de la Hermandad, que salían á perseguir ladrones, bandoleros y otros enemigos públicos.

[4] Los mártires de Bitinia, vida de los mártires.

[5]Trajano decretó la tercera persecución; mas mandando no inquirir los cristianos, la revocó en parte; que la persecución entera, dos partes tiene: buscar y condenar los reos.

[6] Tertul. no atribuye la cuarta persecución á Antonino Pió; y con razón, porque no la decretó, como sienten Euseb., lib. 4, c. 13. Nicef. lib. 3, c. 28. Painel., n. 170. Barón. Ad Ann., 201, núm. 4. Otros la dan á este césar, y también con razón; porque en su tiempo se celebraron muchos martirios por autoridad del magistrado, con pretexto que leian los libros de las Sibilas que Antonino prohibió, porque se convertían muchos por esta lección.

Text. Nullus Severus impresit. De esto se infiere que aun duraba entonces Severo en la benevolencia con los cristianos.

1 comentarios:

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