DIMENSIONES…

Una sola fe (la del creyente en Dios) ¿una sola dimensión de ésta?, Un solo cuerpo (el de Cristo) ¿una sola expresión de éste?, ¿de qué se trata, de unidad, uniformidad, diversidad, fe…? Son tan solo 4 evangelios no 5 ni 6, pero mirarlos por separado nos cuesta tanto que la tentación de sacar de ellos la única imagen del maestro nos seduce y hace caer en una suerte de hipocresía religiosa en busca del “bien común”: una imagen del maestro absurdamente plana que nos imposibilita para el dialogo intersubjetivo con el otro. Esta imagen no hace más que restringir 4 formas, 4 estilos, que sin intención de doctrina universal y verdad imputada hacen del maestro un todo plural. ¿Cuál es el miedo de los que no reflexionan sobre su ser cristiano y se quedan mirando mientras critican a quienes deciden vivir y no simplemente seguir la “sana doctrina”?; a propósito ¿quién determina la sana doctrina evangélica?, ¿Qué es la sana doctrina? Con esto no busco argumentar a favor de una fe en donde toda clase de práctica religiosa sea adecuada, más bien, dejar en la mente de mis lectores la reflexión sobre frases como: “así lo hemos creído siempre, esa es la doctrina y así hay que creer”. Para todos los que ven a Jesús y creen en él de la “única forma”, o “verdadera forma” Para todos los que decidieron callar la reflexión con un trago de conformismo doctrinal. Para todos los que en vez de vivir una fe dinámica en diálogo con la cultura se retrotraen y esperan una parusía a fin de superar sus conflictos existenciales sin resolver. Para el grupo de “señores” que bajo la voz de la verdad satanizan lo que no pueden entender, o lo que en su “basta reflexión” no es aceptable. Señoras y señores: Jesús no solo representa a un hombre en su definición semántica; por el contario, a éste en su dimensión plural. Plural es dinámico y dialógico, no estándar y estático. Jesús es más que la suma de cristianismo e iglesia, y el evangelio es él mismo y no la suma de las doctrina de los concilios. Por lo pronto, buscamos como cristianos no asistir al funeral de una fe que en su afán de conservarse “pura” olvida su razón de ser: la gloria de Dios en el hombre.

2 comentarios:

MonjaGuerrillera dijo...

Y que bien que lo escribes.

Carolina García dijo...

Hola David. Apenas me tomo la calma para leer tu blog. Es muy rico. Este escrito me gustó de manera especial.
Un saludo.